El equipo de Oré

Me despierto a las 3 ó 6 de la mañana. Prendo la televisión. Hay dos equipos, un campo enorme y un sueño que mata. Me acomodo en la cama y con un ojo abierto y el otro medio cerrado me presto a disfrutar de un partido de fútbol diferente.

Pues esta vez, no es el equipo de mayores de la selección de fútbol que llama mi atención (aunque ya no me emociona tanto) sino es el equipo de «los Jotitas».

Y son 21: Eder HERMOZA, Jersi SOCOLA, Antony MOLINA, Joseph MUNOZ, Néstor DUARTE, Bryan SALAZAR, Reimond MANCO, Carlos BAZALAR, Irven AVILA, Daniel SANCHEZ, Luis TRUJILLO, Pedro GALLESE, Manuel CALDERON, Ernesto SALAZAR, Jairo HERNANDEZ, Juan ARCE, Juan ZEVALLOS, César RUIZ, Christian LA TORRE, Gary CORREA, Víctor ULLOA. Y son un equipo, que además cuenta con un excelente cuerpo técnico que lo respalda y lo alienta, el cual está encabezado por el entrenador J.J. Oré.

No era el equipo de todos, aquel que tiene mucho respeto por el equipo rival. Era el equipo de Oré. Aquel que no le tiene miedo a los rivales. Aquel que lucha minuto a minuto cada balón, cada jugada. Aquel que a pesar de ir ganando sigue en la lucha y encara hacia el arco contrario. Donde en cada jugada tratan al balón con cariño y sobre todo con buen juego.

Quizás algunas cosas faltan pulir, pero no se le puede negar al equipo que está haciendo historia. No retrocederemos tanto aquellos videos que de tanto usar ya pierden nitidez, sino que tendremos un antecedente más inmediato y espero -así como todos los peruanos aficionados al fútbol- con un final feliz.

No son el futuro de nuestro balompié, sino el presente y el ejemplo para muchos niños en el Perú. Un conjunto que no pierde las ilusiones y las esperanzas. Con jugadores que sueñan en ser grandes, no mezquinos o conformistas. Ellos marcan una nueva leyenda. No es floro o exaltación, es la realidad, pero que debe ser manejada con responsabilidad y mucha cabeza fría. Vendrán éxitos, vendrán derrotas, vendrán tiempos buenos, vendrán tiempos malos.

Es en este caso, donde la familia y aquellas personas que quieren los mejor para ellos tendrán que guiarlos y orientarlos por el buen camino. El camino del éxito. El camino del soñar pero con humildad.

Nosotros, los mismos aficionados, los mismos medios de comunicación debemos dejarlos crecer, dejarlos disfrutar del momento que ellos mismos han cultivado. Y ojalá que puedan jugar en el extranjero para que sean mejores futbolistas y no se queden en un fútbol mediocre e inestable como el nuestro.

Aunque por el momento dejemos al equipo de Oré jugar.

Un punto a parte

No clasificamos a las semifinales. Nos quedamos en el camino por un mejor equipo. Más sólido en sus líneas, más fuerza de hombres. Pero lo que nunca negaremos de esta selección es que dio mucho ante lo poco que se esperaba.

Nadie apostaba por ellos, el mismo capitán Duarte lo dice, pero supieron sobrepasar a las adversidades y no creerse que eran menos que nadie.

Dejar la frente bien en alto y no bajar la cabeza ante la derrota hace la diferencia de esta selección a muchas otras. No les quitemos méritos y reconocimientos. No son el dream team del fútbol, pero sí el equipo de nuevos valores, que reconocerán en ellos, que sí se puede conseguir muchas cosas si se trabaja con humildad y sobre todo con mucha DISCIPLINA.

Una gran pena

Recordar el miércoles 15 de agosto será para mucho de nosotros los limeños una sensación de miedo y también una experiencia más para contar. Pero algunos compatriotas de Pisco, Ica, Chincha y Cañete, entre otros lugares más, tienen una pena muy grande y otros ni siquiera están para contarlo.

Ya van más de 500 personas muertas entre niños, jóvenes, adultos y ancianos; y ya va casi todo el país que tiende la mano.

La ayuda a los hermanos de Ica -y todas las ciudades que comprenden las zonas afectadas- es una muestra más del gran compromiso que asumimos todos como país solidario. Pero también es lamentable, que haya otros «peruanos» sin corazón y sin la sensibilidad necesaria que cometan actos vandálicos ante tanto dolor y frustración.

Quizás el Gobierno no actúo de la mejor manera posible. Quizás la falta de organización actuó encontra de los más necesitados. Pero también se debe reconocer que no se ha dejado de ayudar.

La ayuda y la solidaridad de todo nosotros ha menguado en algo, la pena, desdicha e impotencia de aquellas personas que lo perdieron todo. La colaboración es una muestra de que el Perú unido puede lograr muchas cosas; aunque también es cierto que muchas otras personas se benefician del dolor ajeno.

Solo nos queda rezar y pedirle a Diosito ese empujoncito para nuestros hermanos del Sur, para que calme sus miedos, aminore sus problemas y le brinde el camino de la tranquilidad y de la paciencia que, por el momento, no son sus fieles compañeras.

Colabora, ayuda y solidarizate… Ellos lo necesitan

¿Vacaciones?

A una semana de comenzar las clases en la universidad, la sensación de no haber disfrutado al máximo mis vacaciones me atormenta. Pensar que por motivos de la chamba, no pude levantarme a las 10 u 11 de la mañana; o tuve que dejar de ir a una fiesta un sábado, porque al día siguiente tenía que ir a trabajar, me da una pequeña frustración.

Trabajar a mi entender es hacer lo que uno realmente le gusta, pero ¿desde cuándo se convierte en una rutina? y ¿cuándo deja de serlo?

Ahora veamos. Yo practico en la sección locales de un diario. Mi inclinación y pasión es el periodismo deportivo (los deportes en general – como ya lo exprese en anteriores posts) , me gusta verlo, escucharlo, etc., etc.

Entonces, llegar al diario, prender la pc, leer noticias (Andina, El Comercio y otras páginas), revisar el correo, esperar que te den una comisión o ir investigando alguna, cubrir tu comisión, regresar a escribirla, para mí se ha convertido en una rutina. Esperando siempre que llegue, un martes o un sábado para descansar.

Quizás siempre tuve las ganas -y no lo niego- de trabajar. Ganar un dinerito que me permita satisfacer mis gustos personas. Incluso para complacer a la universidad, ya que sin las prácticas (una de las tantas condiciones) no puedo egresar. Y todo esto se suma, la presión de los padres – que sin querer queriendo y particularmente- tengo que satisfacer.

Pero creo que todo esto sería diferente si es que hago o cubro comisiones de mis deportes favoritos. Tal vez llegaría más entusiasta y emocionada a trabajar, aunque también me pongo a pensar: ¿¿solo cubriría fútbol??

Ya me quedan pocos día en la chamba. Busco otra oportunidad en otro lugar (si alguien tiene algo avíseme) para continuar trabajando y no perder la costumbre, sí, la maldita costumbre, que se apodera de nuestras vidas para que ésta se vuelva monótona. Pero ¿qué trabajo no es rutinario?

Nuevamente comienzo clases en la universidad. Nuevamente me toca salir de mi casa directo a la chamba, y de la chamba ir directo a la universidad. Todo vuelve como hace 5 meses, siendo estas vacaciones de medio año las primeras que no disfrute, teniendo conqué hacerlo. Y presiento que ya no volveré a tener vacaciones de aquí a un tiempo más.